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Mientras yo miraba los cuernos, surgió de pronto otro cuerno pequeño entre ellos. Tres de los primeros cuernos fueron arrancados de raíz para darle lugar al nuevo. Este cuerno pequeño tenía ojos que parecían humanos y una boca que presumía con arrogancia.

Observé mientras colocaban unos tronos en su lugar,
    y el Anciano[a] se sentó a juzgar.
Su ropa era blanca como la nieve;
    su cabello se parecía a la lana más pura.
Se sentó sobre un trono ardiente
    con ruedas en llamas,
10 y un río de fuego
    brotaba de su presencia.
Millones de ángeles le atendían;
    muchos millones se pusieron de pie para servirle.
Entonces comenzó la sesión del tribunal
    y se abrieron los libros.

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Footnotes

  1. 7:9 En arameo un Anciano de Días; también en 7:13, 22.

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